Mi padre trabajó como Jefe de Iluminación en el Teatro General San Martín durante muchos años y luego otros tantos en la Dirección de Festejos y Ornamentación de la Ciudad de Buenos Aires, organismo del estado que se dedica a la instalación de escenarios, iluminación y sonido para actos y eventos en la ciudad. En dicha entidad mi padre era también Jefe de Iluminación y se dedicaba a instalar y operar los equipamientos necesarios para las puestas en
escena (teatro, actos culturales, recitales, conciertos, etc.).
Desde pequeño muchísimas veces me llevó a sus trabajos para que viera y viviera lo que él hacía, conocer lo que pasaba detrás de los escenarios (backstage como se dice ahora), conocer actores, cantantes, músicos y sobretodo como se montaba técnicamente los equipamientos de iluminación y sonido. El trabajo de mi padre influyó e inspiró en gran medida a que yo eligiera la carrera de Técnico en Electrotecnia y su amor por la música también me lo inculcó ya que era un melómano con un amplísimo gusto musical general y en especial del Jazz y de la música clásica.
Un amigo de mi padre muy melómano también y compañero de trabajo que estaba en la sección de sonido un día nos invitó a su casa porque quería que escucháramos un LP que él había comprado, corría el verano de 1976. Cuando entramos al salón de su casa con pisos de madera, quedé asombrado por el equipo de sonido marca Kenwood que tenía, el cual estaba completísimo para esa época (pletinas o bandejas giradiscos y de casetes, ecualizador, sintoamplificador y unos bafles impresionantes de gran potencia).
Con la alegría de un niño que le habían regalado un juguete nuevo nos muestra la tapa de su nueva adquisición que era el álbum “Face The Music” de ELO. Quedé impresionado ante la portada por ser ésta un tanto tétrica pero asombrosa.
Mientras admiraba esa portada en mis manos, de pronto comienzan los primeros acordes del primer tema “Fire On High” y a medida que transcurría el tema mi boca se abría cada vez más, quedé atónito con lo que estaba escuchando, esa mezcla de sinfónico y rock me dejó alucinado.
Después que terminó Fire On High, el disco continuó con el resto de temas y el ambiente retornó a los comentarios del tema escuchado, a la charla de una reunión de amigos y en lo personal volviendo a la realidad porque el tema me había transportado a algo nuevo para mí.
Cuando la reunión terminó (después de haber escuchado más música y de todo tipo), mi padre y yo volvimos a casa pero con el descuido de mi parte de no haber anotado ni acordarme el nombre del grupo que habíamos escuchado y que a mí me impresionara tanto. Solo quedo en mis retinas la portada de aquel álbum y en mis oídos ese tema espectacular.
Pasaron 3 años y llega el glorioso “Discovery” con su “Last Train To London” que tanto éxito y popularidad tuvo en todo el mundo. Durante ese lapso de tiempo se editaron los álbumes “A New World Record” y el “Out Of The Blue” de la ELO que vaya a saber porque el destino llevó a que no los conociera o prestara atención y no los escuchara en ese período.
Es así que un día entusiasmado por el sonido del “Discovery” decido comprar el LP y cuando voy a buscarlo a la disquería, en la batea de discos me encuentro con todo lo que había editado la ELO hasta ese momento, entre ellos el que me había dejado sin aliento “Face The Music” al que sume a la compra con la gran sorpresa que descubría y asociaba que era también de la ELO. A partir de ese momento me convertí en fan de la ELO, tenía en mis manos los dos álbumes, uno que me había emocionado 3 años antes y el nuevo que estaba en mis oídos todo el día.
Mi asombro continuó en el lugar al ver las tapas de los otros LPs, pero no tenía dinero para comprarlos todos aunque se convirtieron en objetivos y debía ahorrar para sus posteriores adquisiciones.
Fui comprándolos en orden cronológico hacia el pasado (“Out Of The Blue”, “A New World Record”, “El Dorado”, “On The Third Day” y un compilado del “ELO I” y “ELO II” llamado “The Light Shines On Vol.2”).
La compra de cada uno de ellos se convirtió en días especialmente emotivos. Un ritual que comenzaba con la alegría de llegar a ahorrar el dinero, viajar a la disquería que estaba a 10 minutos de viaje en autobús (colectivo), salir de la disquería feliz con mi nuevo tesoro, viajar de regreso a mi casa con el nuevo álbum mientras en el viaje admiraba su portada y leía el contenido del mismo, dirigirme directamente a mi habitación donde tenía mi equipo de audio y sentarme en el suelo frente a él y en el centro de los dos bafles esperando fascinarme con el sonido de cada tema nuevo, algo que sucedería para siempre.
En esa época para la gente de mi generación no era fácil acceder a la música como hoy en día, el poder comprar o adquirir un vinilo ya sea un simple / single o un LP era algo caro y en algunas ocasiones no se conseguían. La posibilidad que teníamos de obtener un tema nuevo era grabándolo de la radio en un casete y con publicidad en muchas ocasiones (hoy en día serían las descargas por Internet). Otra alternativa eran los álbumes de importación que además de las exquisitas presentaciones y sonido que poseían eran carísimos y había lugares muy exclusivos donde se podían conseguir éstas joyas, sin olvidarnos también de los “discos piratas” grabaciones muy difíciles de encontrar hechas en vinilo de temas o versiones que no se habían editado oficialmente cuyos discos eran característicos por no poseer portadas ni etiquetas especiales, solían ser una etiqueta en blanco al igual que su sobre y solamente escrito el o los nombres de los temas e interprete/s, nada más (hoy en día serían los bonus track).
La ilusión y la alegría de poder comprar un LP que soñábamos tener estaba muy presente, le dábamos muchísimo valor porque además no era accesible económicamente. Por eso hasta un año después fui atesorando todo el material discográfico que hasta ese año había hecho la ELO y por ese entonces se sumaba la aparición de Xanadú como álbum y película.
Posteriormente esperaba con ansias que mi adorada agrupación publicara nuevas obras, me enteraba con sorpresa por la radio y así llegaron “Time”, “Secret Messages” y “Balance Of Power”.
Creía en esa época que era el único en éste planeta que podía sentir tanta pasión por una agrupación musical por su sonido particular y especial.
Fue en 1995 que la tecnología digital llegó a mi casa y con ella Internet comprobando así que no estaba solo y que aún me quedaba muchísimo por asombrarme, aprender y escuchar de la ELO.
Conocí a través de la red a mi amigo José Luis Schenone (el erudito número uno en Argentina en cuanto a ELO se refiere) y desde ahí comenzó otra dimensión en mi aventura de ser fan.
Conocí posteriormente en mis viajes mas amigos y fans en otras partes del mundo, descubrí por medio de ellos grabaciones que jamás había escuchado, obtuve más material discográfico como el último álbum “Zoom”, documentación, libros, publicaciones, partituras y asistí a conciertos donde pude escuchar en vivo la música de mis ídolos.
Mis expectativas fueron superadas cuando pude estar con los propios músicos en más de una ocasión frente a frente, hablando, riéndonos, pasando momentos inolvidables y cuando pude viajar a Birmingham (Inglaterra), ciudad donde nació la agrupación y su música.
Como podría haberme imaginado en el año 1976 que el destino de mi pequeño mundo de fan de un grupo musical en la pequeña habitación de un apartamento de un barrio de Buenos Aires se convertiría en el origen de una aventura que traería a mi vida las vivencias que hasta hoy me ha regalado la Electric Light Orchestra gracias a su música, y que la misma haya sido y sea la banda de sonido de mi propia vida.
¡Gracias ELO! ¡Gracias Jeff Lynne!
:-Daniel Díaz